martes, 19 de marzo de 2013

12. Acteón y Diana.


'Detrás de la cortina' ilustraciones de don Antonio Berni para la obra Ramona pupila, tomada de artlies.org (1963)
Constantemente afirmamos nuestra condición y todo aquello que nos transmite seguridad.

Esto es una clara señal de debilidad de quienes somos pequeños o poca cosa si lo prefiere.

Y por más que lo intentamos se nos alejan cada vez más los rastros del general San Martín o de Eva Perón con sus hazañas y sus sentencias inapelables. A tientas dedicamos nuestros mejores años a torcer el curso de nuestro destino que parece irrevocablemente pequeño.



Ni bien la vida nos presenta a la langosta nuestras verdades más indiscutibles ceden como cimentadas sobre la arena. Y así, retomamos aquellas cosas que alguna vez abandonamos cuando iniciamos el curso del éxito… y nos encontramos en medio del río, lejos de lo que debíamos ser y de lo que realmente podríamos haber sido de haber actuado de un modo más sencillo y a la mano y sin tanta ambición. Lejos de nuestro propio centro.

No fuimos eficientes en nuestras especulaciones. Ni como “nación” entonces ni como personas ahora. Hablo de generalizaciones que sólo pretenden dar un panorama. Quizás no haya especulaciones eficientes.

1853 fue seguramente nuestra partida de nacimiento de esto que hoy somos, a saber, un país que ha ido asimilando a ritmo progresivo y sincopado formas culturales –industriales, políticas y sociales- importadas, formas que respondían a experiencias acumuladas al otro lado del océano y se esperaba que aquí dieran resultados análogos sin pagar el precio de siglos que aquellos pagaron a su tiempo.

Construimos escuelas y fábricas con la misma avidez con que en el pasado se levantaban ciudades. Elegimos la vida democrática y republicana para relacionarnos y gobernar nuestros asuntos.

No siempre vimos las cosas de este modo. Unas cuantas décadas y mucha sangre demandó esta postura tan novedosa y que tan poca confianza despertara entonces entre los paisanos.

“Cambiar” parecía ser el asunto entonces. Alterar todo aquello que sonaba a viejo o a poco. O a pobre. ¿Y hoy?.

'El examen' (1976)obra de don Antonio Berni de la serie Ramona Montiel, tomada de marthadicroce.blogspot.com.arEl mundo cambia y siempre pareciera que estamos llenando el odre viejo con el vino nuevo. Y nos aferramos a nuestros cultivos exportables con el miedo y la esperanza sostenidos desde la sequía en Estados Unidos, o que China esto… o Brasil aquello. A la hora de la verdad, nos abrazamos a la soja.

Nuestra industria…es y ha sido reflejo de nuestra neurosis.

Nuestros principales grupos empresarios han crecido bajo el ala de los distintos gobiernos y no desde la libertad del mercado ni del consumo interno, bastante ajustado por cierto.

Volvamos al plano individual.




Estudiamos y construimos nuestras vidas sobre una base teórica que nadie se atreve a discutir, lamentablemente.

Cuando alcanzamos él o los títulos académicos, excitados aguardamos algo que no sabríamos definir pero que desde un primer momento asumimos como inexorable: el éxito.

Alarmados por las demoras nos sentamos a la puerta de nuestras credenciales a esperar el “guiye”, aquello que nos salve. Entre tanto, consumimos (¿nos escondemos?) todo tipo de cosas: actualización de conocimientos, nuevas tecnologías, enarbolamos principios, más diplomas... que nos diferencien, para no quedar alejados de la ola del buen suceso. Y un día cualquiera descubrimos que lo agotamos todo...para nada.

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'Ramona obrera'(1963) de la serie Ramona Montiel del maestro don Antonio Berni tomada de salitre24.wordpress.comCuentan quienes saben que los franceses, en tiempos de su revolución, paseaban a una joven esbelta coronada con un gorro frigio para que todo el mundo comprendiera el nuevo estado de cosas y se familiarizara con un valor hasta entonces inaudito: la razón. La diosa Razón. El ideal griego en la dimensión de un disfraz.

La ambigüedad, la duda y la poquedad del hombre se tornó en algo despreciable. El hombre ya ni es ni está. El hombre debe ser alguien.

Atrás quedarán las cavilaciones y la mera contemplación. Un territorio de vagos después de todo no es una nación, y sin embargo y sin afán de ser ofensivo, es lo que tenemos y somos.

Nuestro continente lo era sin culpas antes de la llegada de Europa, y Europa, hoy, con sus siglos de ciencias, revoluciones, luteranismos y contramarchas, no es tan distinta a nosotros.


¿Qué tal si hablo de un mundo de gente poca cosa obligados a representar día a día una laboriosidad y una eficiencia que no le importa a nadie?

Salvo que en alguna estrella lejana esté escrito nuestro sino, nosotros no somos nada de otro mundo. Pero de algún modo todos incorporamos las mismas verdades del ser alguien y jamás las hemos puesto a secar al sol y a apreciarlas sin desgraciarnos.

Ahora es un buen tiempo para plantearnos qué es “un país” y en todo caso, si somos algo que pueda describirse como eso o somos apenas un puñado de feudos que dependen colonialmente del poder central…igual que en el siglo XVIII. ¡Y qué decir de nuestra parte en esta mezcla criolla!

Seguimos el camino de nuestros padres, mansamente, sin deseos de ver qué hay del otro lado.

Seguramente lo que haya del otro lado no sea “lo indio”. No somos indios ni lo seremos. Y ya vimos que el imitar conductas es algo que aún al margen de toda intención en el fondo nos lleva al mismo punto: hasta que no nos encontremos, no habrá tregua duradera entre nosotros. Frente a todo lo demás, puedo aceptar casi cualquier cosa. Pero entre nosotros –hablo de todos quienes habitamos suelo argentino- me entristece el odio en que estamos inmersos. Sin esta tristeza que tengo, no existirían estas líneas.

Lo que sí es un hecho es que de algún modo deberemos iniciar el camino propio en el nivel que se trate, como personas, como familia grupo o país. Quizás nuestro país amorfo, acromegálico y encorsetado deba plantearse seriamente si los intereses de todos sus componentes se encuentran bien representados y si no hay otra alternativa desde lo político para que lo sea.

Permitámonos plantearnos cosas sin caer en desgracias. Nos privamos de pensar en libertad –entre otras cosas- porque tememos en exceso a la opinión general. Ya casi ni respira el antes glorioso sentido del deber o aquel otro negrero caído en la desgracia del olvido: la conciencia. Pero si la soja descendiera a 200 dólares la tonelada –por decir un ejemplo - porque Estados Unidos tuviera un par de años de buenas lluvias o cosechas record en la materia, sin dudas muchas de nuestras altiveces se tornarán por fuerza en sospechas y en acusaciones.

Y no faltarán enemigos ni culpables para entonces. Nunca faltan porque nunca faltan víctimas.

Diría el sabio: “La providencia y la desgracia vienen a nosotros… porque parten de nosotros”.




'El sueño de Ramona' de la serie Ramona Montiel obra del maestro don Antonio Berni, tomada de flickr.com

Depende entre otras cosas por entre cuáles verdades busquemos encausar nuestra propia historia. Así, se justifica y absuelve con la misma seguridad con que se condena y destierra todo aquello que no encaja.

Estoy convencido que hace mucho más daño a nuestra vida democrática la falta de un pensamiento propio y liberado de teorías que la literatura nazi o comunista o los discursos descarnados que sostengan cualquier fobia o disparate.

¿Qué tal si nuestra historia y presente imitativos de repente se volvieran tema de discusión? ¿Y que tal si de estas discusiones surgieran decisiones sumamente novedosas como una división territorial, o la desmantelación del ejército o de todo el edificio educativo por decir tres ejemplos?

Creo que al fin del recorrido comprenderemos el valor de preguntarnos cosas, que no es lo mismo que el ir en busca de respuestas que nos afirmen.

La realidad no puede sintetizarse entre abstracciones como nos gustaría. Es ambigua, es dolorosa a veces y es sumamente caprichosa. Plantearnos interrogantes es un modo de conocernos. Y quizás por acá pase todo el asunto: por conocernos.

Celebro la intención de este gobierno por replantear hasta lo impensado. La redistribución de riqueza ha hecho de nuestro país un suelo más justo y acorde a la mayoría de sus habitantes. Pero yo hablo de otra cosa sin dejar de reconocer lo que me explota en los ojos. Hablo de algo que no creo que haya voluntad por iniciar pero no por ello pienso callarlo.

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Para mi es un orgullo ser argentino. Busco en nuestras experiencias del pasado algo que me permita comprender nuestro presente. Creo que está casi todo mal desde un inicio. Pero no juzgo mal a quienes dedicaron –y dedican- sus vidas por ordenar y dirigir nuestro barco. Hablo básicamente ahora de los políticos, los de ayer y los de hoy. Con excepciones, por supuesto.

Simplemente me pregunto si no nos seguimos dirigiendo hacia un ideal que a mí al menos no me representa como tampoco me interesa que cada argentino tenga un celular, un auto o televisión digital abierta. El “sueño americano” al menos, no es el mío y no creo que lo sea para unos cuantos millones más de argentinos más allá de que lo puedan expresar en éstos o en otros términos.


'Fileteado sobre nuestra insignia nacional'. Bello trabajo de autor desconocido

Postales del Inframundo


por Darío Lavia y Patricio Flores



1-Una partida de Tarot


El judío, el musulmán y el católico comparten mesa y baraja con el propio Diablo. Thomas Mann tenía razón. El Diablo es el primer humanista. No se le puede negar compromiso con los hombres. ¡Si hasta encuentra tiempo para compartir su ocio con nosotros!


' "Der Teufel hat Das Best im Spill" (El Diablo Tiene la Mejor Mano, 1608), grabado en "Pugillus Facetiarum Iconographicarum", Museo Ashmolean, Oxford. Jacob van der Heyden.



2- El Uróboros


Toda obra tiene un comienzo definido y uno o infinitos finales posibles. Pero todo parece inútil. Buscamos trascender quizás para evitar el dolor que nos provoca vivir ahora. Y cuando buscamos la ruta de los placeres, rápidamente sentimos la vacuidad de la empresa. El ciclo cierra siempre con la instatisfacción que promueve a una nueva acción, una nueva obra. Lao Tzú sugería la mera contemplación, la inacción...


"Uróboros" en "De Lapide Philosophico" (1625), por Lucas Iennisius
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3- Para pensar


Si el estudio y sus victorias no son un modo elegante de evadirnos de nuestras urgencias personales y grupales, un modo distorsionado de entender las cosas que termina generando desprecio y con él, resentimiento.


"Rake's Progrefs at the University" Humphrey 1806
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4- Un Pacto de sangre


Cuando no podemos más, acudimos en busca de ayuda. El Diablo y sus oficiales -Mefistófeles en este caso- nos la ofrecen liberalmente con la sola condición que no se les escamotee el alma del interesado a la hora de la verdad, a la hora del juicio final. Para ello se perfecciona un contrato firmado por el Peticionante con una gotita de su propia sangre. El mismísimo Doctor Fausto cedió al imperio de su Ser y firmó: el grabado no nos deja mentir. Es extraño que el ser humano en su busca por trascender esté dispuesto a perder eternamente su alma -lo único trascendente con que cuenta- por encontrar algo que nunca sabrá lo que és...pero lo desea febrilmente.


Franz Xaver Simm, "Teufelpakt" (Pacto Diabólico, 1899) de "Faust"
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5- El camino del peregrino


El Peregrino, armado, deberá enfrentarse con el diablo Apolión. Pero antes presenciará algo que no se le borrará fácilmente: el papa y el pagano rodeados de esqueletos y buitres. Pensando...


'I espied a little before me a cave, where two giants, pope and pagan, dwelt'(1898)Ilustración para la novela de John Bunyan (1678) 'El progreso del peregrino'
Rhead, G. Woolliscroft (George Woolliscroft), 1854-1920 -Ilustrador
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'Fileteado sobre nuestra insignia nacional'. Bello trabajo de autor desconocido


Acteón es un joven que sale de caza. En busca de sus presas por el bosque se encontró por obra del destino con un seto vivo de pinos y cipreses que ocultaba una gruta. Así conoció el lugar sagrado donde la diosa Diana tomaba su baño luego de su diaria cacería.

Al advertirlo, las ninfas sorprendidas y espantadas llenaron el bosque de alaridos mientras rodeaban con sus cuerpos a la diosa para evitar que fuera descubierta en su desnudez por el mortal.

'Diana y Acteón'(1625-1630)óleo del maestro Francesco Albani tomado de http://nihilnovum.wordpress.comPero la Titania, mucho más alta que ellas, ni pudo ni quiso esconderse. Airada, tomó del agua de su fuente y la arrojó sobre el rostro de Acteón con despecho.

Y terminante y vengativa como podía serlo le hizo crecer sobre la cabeza empapada los frondosos cuernos de un ciervo viejo al tiempo que se estiraba el cuello y los miembros y extremidades del joven cazador que comenzaba a dar rápida muestra de cambios impensados apenas unos momentos nomás.

Transformado ahora en ciervo, Acteón, asustado, intentó huir enceguecido, confundido. Cayó inmediatamente atacado y despedazado por sus propios perros de caza quienes no reconocieron a su suplicante amo que moría entre sus garras y colmillos y a quien pensaban ofrendarle con orgullo servil el notable hallazgo.

Hubo un momento en que las miradas de Diana y de Acteón se encontraron.

Fue un momento revelador.


Acteón se encontraba ante lo vedado. No se trataba del bosque familiar para el Joven sino de un lugar reservado y hostil a cualquier presencia que no fuera de la diosa y sus ninfas. Su destino quedó resuelto con este encuentro y sellado al de la diosa.

Uno supone que esto es algo como lo que sucede con el Ser que se encuentra a si mismo. La desnudez de Diana, una verdad desprovista de toda apariencia, nos sorprende.

En ese encuentro ambos se perfeccionan, se completan, el giro se completa. Se puede aventurar las más diversas lecturas.

En lo social, se me ocurre que lo anterior, lo que estaba, lo agreste y primordial deberá alguna vez encontrarse con lo aparente, lo forzado e impostado, lo trabajado y que responde a teorías y a estructuras complejas de razonamientos adquiridos. El ser y el ser alguien se encuentran quizás para que éste último sea fagocitado por el primero.

El encuentro es fortuito y es fatal. Quizás Acteón de haber sabido donde iba a hallarse hubiera ido igual pero despojado de sus ropas. Lo concreto es que si se hubiera empeñado en ésa búsqueda seguramente no habría hallado ni al seto ni a las ninfas ni a Diana quien se baña alejada de nuestra mínima presencia. Ya no hubiera sido fortuito y por ende no hubiera sido posible. Pero quizás el desnudarnos nos torne algo más merecedores de semejantes hallazgos. No lo sé.

Se trata de intentar encontrarnos en nuestro ser americano que sin buscarlo nos sale al encuentro casi cada día. Millones de argentinos torsionando sobre sus realidades se ponen corbatas y juegan al management winsconsin en un mundo que no es el nuestro y que alguna vez nos sedujo con argumentos bastante ramplones. La autorealización del pescador y la sirena, de Acteón y Diana, puede que nos inspire y nos encuentre alguna vez en una placita de barrio donde abogados, empresarios, desempleados, viejos y niños entendamos que tenemos lo esencial en común y que aún sin esperarnos es posible que lo hallemos.

¿Que Acteón muere en el encuentro? No alcanzo a ver mayor compromiso con la vida que esa misma muerte. O si lo prefiere, como diría el Galileo

"Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto" (Juan 12:24)

Adentrarnos en lo seminal implica la muerte de lo conocido, el abandono y el despojo total, lo que el mismo Galileo le respondiera a la cuestión del Joven rico

"...todo lo he guardado desde mi juventud". "Aún te falta una cosa, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres (...) y ven y sígueme" (Lc. 18:18-29)

Los perros no reconocieron a su amo en aquel ciervo. También ellos han sido adiestrados con el mismo rigor con que nosotros nos forjamos nuestro carácter. Tanto rigor que cuando vemos una verdad a la mano que pone en zozobra nuestros juicios, directamente la despreciamos o la odiamos. La despedazamos. No vemos lo que se esconde tras lo que nos negamos a ver o a escuchar.

Pero todo es vida. Y vivir es caminar por un camino que no existe, lo vamos haciendo...caminando. Así es el encuentro del alma. El buen caminante no deja huella dice el sabio. Quizás esto que le digo a usted no le diga nada y no lo culpo. Pero si sirve para sembrar preguntas donde no las hay, es suficiente. Yo no puedo darle nada a nadie salvo la inquietud de preguntarse cosas.

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Cerramos este número 12 donde normalmente comenzamos. Buscar es más vigorizante y estimulante que encontrar.

Agradecemos al Maestro don Antonio Berni por todas sus ilustraciones, sus poemas pintados y dibujados con sangre y aserrín.

Agradecemos al amigo don Darío Lavia por sus postales. Sin estas postales, esta publicación sería rudimentaria. Con ellas, todo alcanza un mínimo de refinamiento y gracia tan necesarias.

El próximo número vamos directo a los bifes. Rosas nos aguarda en alguna pulpería del cielo y no pienso dejarlo esperando.